Joyas ocultas del rock nacional argentino en vinilo

Diego Almeyda

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<p>Camino por Avenida Corrientes un sábado por la tarde. Entre librerías y teatros históricos, me detengo en una pequeña tienda que parece sacada de otra época. La puerta se abre y el aroma inconfundible a papel, cartón y ese no sé qué de lo vintage me abraza como un viejo amigo. Es "Vinilario", una de las tantas tiendas de discos que han florecido en Buenos Aires en los últimos años.</p> <p>Diego, el dueño, está ayudando a un chico que no debe tener más de 17 años a elegir su primer tocadiscos. "No te vayas por los más baratos que parecen valijas, te vas a arrepentir", le aconseja mientras le muestra opciones que balancean calidad y presupuesto. Junto a ellos, una chica de unos 25 años revisa meticulosamente la sección de rock nacional, sacando cada vinilo con el cuidado de quien manipula una reliquia ancestral.</p> <p>Esta escena, impensable hace una década, se repite cada vez con más frecuencia en Argentina. El vinilo, ese formato que muchos dieron por muerto con la llegada del CD y posteriormente del streaming, no solo se niega a desaparecer sino que experimenta un renacimiento apasionado.</p> <h2>Más que una moda pasajera</h2> <p>Los números hablan por sí solos: desde 2018, Argentina ha visto un crecimiento sostenido del 15-20% anual en venta de vinilos, con un pico extraordinario post-pandemia. Lo que comenzó como una tendencia entre audiófilos y nostálgicos se ha convertido en un fenómeno cultural que trasciende generaciones.</p> <p>"El vinilo nunca se fue del todo", me explica Raúl Espinoza, coleccionista con más de 5,000 discos acumulados a lo largo de 40 años. "Lo que estamos viendo ahora es un redescubrimiento, pero con una diferencia fundamental: ya no es solo cuestión de sonido, es una experiencia completa".</p> <p>Y tiene razón. Para la generación criada en el streaming instantáneo, el ritual del vinilo representa una forma de conexión más profunda con la música: seleccionar el disco, extraerlo cuidadosamente de su funda, colocarlo en el plato, bajar la púa... cada paso forma parte de una ceremonia que transforma la escucha musical en algo consciente, lejos del consumo distraído que ofrecen las plataformas digitales.</p> <h2>El factor argentino</h2> <p>Lo interesante del fenómeno en Argentina es que ha tomado características propias. Mientras en Europa y Estados Unidos el mercado se centra en lanzamientos nuevos y reediciones de alta gama, aquí la escena vinilera tiene un componente de resistencia cultural y económica.</p> <p>"El vinilo argentino es un poco como nosotros: resiliente", comenta entre risas Mariana Fossati, organizadora de ferias vinileras en Buenos Aires. "Tenemos coleccionistas que han mantenido sus discos impecables a través de hiperinflaciones, mudanzas, inundaciones... hay un amor casi irracional por este formato".</p> <p>Otro factor distintivo es la revalorización del catálogo nacional. Los vinilos de Spinetta, Soda Stereo o Charly García se han convertido en objetos de culto, con primeras ediciones alcanzando precios que funcionan como inversión ante la volatilidad económica.</p> <h2>La nueva generación vinilera</h2> <p>Lo más sorprendente de este renacimiento es quizá su popularidad entre los más jóvenes. Tomás Ferrero, de 20 años, estudia ingeniería y trabaja part-time para financiar su pasión por los vinilos. "Mis amigos no entienden por qué gasto tanto en algo que podría escuchar gratis en Spotify", me cuenta mientras revisa cuidadosamente un ejemplar de "Clics Modernos".</p> <p>"Para mí es como viajar en el tiempo. Cuando escucho estos discos, no solo escucho música, escucho historia. Mi viejo tenía algunos vinilos que vendió en los 90, y ahora estoy como reconstruyendo esa colección perdida".</p> <p>Su caso ilustra un patrón común: muchos jóvenes llegan al vinilo buscando una conexión tangible con la música que contraste con la naturaleza efímera del contenido digital. Y una vez que entran en este mundo, pocos vuelven atrás.</p> <h2>La industria se adapta</h2> <p>El fenómeno no ha pasado desapercibido para la industria musical argentina. Luego de años de ausencia, la fábrica de vinilos Twickenham reabrió sus puertas en 2018 en la localidad bonaerense de San Martín, permitiendo nuevamente la producción nacional de discos.</p> <p>"La demanda superó todas nuestras expectativas", explica Javier García, uno de sus fundadores. "Comenzamos con tiradas pequeñas para bandas independientes y hoy estamos produciendo reediciones de clásicos argentinos que estaban descatalogados hace décadas".</p> <p>También las disquerías han vivido una transformación. Lo que antes eran negocios de nicho ahora son espacios culturales híbridos: tienda, café, sala de escucha y, en muchos casos, pequeños venues para shows acústicos. "El vinilo te obliga a repensar la experiencia completa de consumo musical", señala Cristian Aldana, dueño de Embryo Records en Palermo.</p> <h2>Un futuro con surcos</h2> <p>¿Es este renacimiento una burbuja destinada a estallar? Los especialistas creen que no. "A diferencia de modas pasajeras, el vinilo ha demostrado su permanencia a lo largo de más de 70 años", argumenta la musicóloga Patricia Sandoval. "Lo que estamos viendo es una revalorización de lo analóg
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